viernes, noviembre 17, 2006

Dra Valeria Diaz Molina


-… Diaz Molina… ¿esta Diaz Molina?
- Si aca estoy! – dijo con las voz entrecortada con la nata de la ansiedad y el miedo.

- Pase sigue ud!

El pasillo colmado de estudiantes se dio vuelta para ver marchar a la próxima victima. Minutos antes, una estudiante, de ropas sencillas, salía del aula con una sonrisa poco dibujada,pero plena de estoicismo, sonrisa que paso a paso se lavaba con el dulzor de las lagrimas que pretendía esconder al alejarse.
Aquella tarde mi hermana no caminaría hacia el patíbulo, caminaría hacia la gloria.
Sus tacos cortaban el silencio, los que aguardábamos afuera, nos robábamos todo el aire al contener la respiración. Ella avanzaba, y sus alas se desplegaban, finas plumas nacían desde su espalda, la brisa de frente la elevaba hasta perderla en su jaula de cristal.
En capilla, no había bolillas a repasar, no se cruzaban por la mente artículos, ni libros, ni buques, ni aviones, solo corrían imágenes de años de esfuerzos, de los que siempre estuvieron, de los que ya no están, de las esperanzas, de los fracasos, de las alegrías, de las tristezas, una película con miles de cuadros por segundos, con rostros y momentos llenos de sentimientos.
-
… Adelante Diaz Molina…- Dijo ese que no entiende de esfuerzos ajenos – Hábleme de…
Y su luz empezó a brillar, sus manos dibujaban figuras, no había flancos, no había dudas… aquella seria su tarde.