sábado, abril 30, 2005

Cronicas de Un Cumpleaño Compartido

De regreso de la facu pase por la casa de Adolfo y Romerito, éste ya estaba impaciente por la hora. Dejamos la mochila y nos tomamos un taxi para ir hasta la casa del Flaco Ferreira (Salteño, casi medico, y de gran habilidad para la parrilla). Al abrir la puerta de entrada, el olorcito a asado empezaba a preludiar una más de las noches interminables de guitarra, vino y charla amena con amigos que ya es una tradición en el domicilio de Ferreira. Adentro aguardaban, con cartas en mano y gritos truquivos el resto de la barra. Los Riojanos Adolfo (el cumplañero) Esteban y Enzo (hermanos), el cumpa (¿estudiante?), oscar (polifacético) y zeta (un nuevo amigo). El resto de los comensales, una mixtura de tierra y tonadas; Pablo (reciente medico, el otro cumplañero y de dedos guitarreros), el mismo Ferreira y su novia Julia, la Kari (una amiga de las juntadas) y Poroncho grande (puntano y personaje). El flaco bajó las escaleras peligrosas que unen la parrilla con el patio interno, en una mano la bandeja con carne y en la otra el cuchillo en punta que suele llevar en la cintura para los asados, mientras las chinitas hacían las ensaladas. Y todos los demás esperábamos en la mesa, ansiosos pero seguros que algún pedazo de carne íban a masticar, por que estos no son asados improvisados, no señor! No son como el resto donde se pelea a los manotazos por los recursos escasos. Empupados los comensales, el flaco tuvo un gesto, que como nobleza obliga, me llevo a lavar los platos, mando especialmente a convidarme coca que cuida como caviar.
Las guitarras empezaron a moverse impacientes en sus estuches, mientras Pablo y el cumpa se hacían los desentendidos. En los papeles el Cumpa rendía a las 8 de la mañana (¿Habrá rendido?), por eso recordaba cada momento que no podía tomar ni un a gota de alcohol y a cada invitación respondía con el ceño fruncido “…nuuuuu” como si se le estuviese ofreciendo droga.
De golpe todo estuvo listo; el flaco al bombo (ese que está debajo de su madre en el escalafón de sus estimas), el Cumpa y Pablo a la guitarra y en los recitados Oscar, previa presentación que al cerrar los ojos hacia imaginar el escenario mayor de La Chaya. Largaron con unas zambitas para cortarse las venas con una hoja de laurel. Enzo (aquel que alguna vez echase al viento la celebre frase: “Tenemus Papam”) hacia las veces de coro de Ángeles. Pasado un enganchado de Chayitas, y con los dedos como bailarinas exóticas, Pablo y el cumpa dieron pie para el recitado de “Reyes magos” que oscar perfecciona día a día con algunos toques de heurística personal debido a los efectos secundarios del alcohol. Después llegaron los turnos de los tangos, el solo del flaco y su bombo, y una canción particularmente interpretada por Adolfo.
Todos cantaron esa noche, … vá todos menos Romerito.
La mañana nos encontró saliendo del departamento del flaco, con andar cansino y zigzagueante pero ya planificando la próxima juntada.










Las Voces del TintoEl Cumpa y Estebanzeta
Flaco Ferreira

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